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  • Por María Clara Domínguez Directora Ejecutiva

El porvenir está a la vuelta de la esquina: nuevos desafíos para las instituciones zoológicas en el


“La grandeza y el progreso moral de una nación

pueden ser juzgados por la forma en que trata a sus animales”

M. K. GANDHI

Si yo pudiera, cerraría todos los zoológicos del mundo (…) No debo ser el único que piensa así, pero me arriesgo a recibir la protesta, la indignación, la ira de la mayoría a los que les encanta ver animales detrás de verjas o en espacios donde apenas pueden moverse como les pide su naturaleza”. Así inició en el año 2009 una publicación en su blog, el portugués y premio Nobel de literatura, José Saramago, a propósito del caso de la enfermedad de una elefanta en el Zoológico de Barcelona; sus declaraciones generaron en su momento un animado debate en España sobre la pertinencia de los zoológicos en el mundo moderno que la internet se encargo de amplificar. Si bien esta referencia es apenas anecdótica, hoy - sólo 8 años más tarde - basta un breve recorrido por las redes sociales para notar que se ha dado un incremento significativo de aquellos que abiertamente se sitúan del lado Saramago de la discusión.

Frente a este panorama podemos asumir una postura defensiva y contraatacar, calificando de extremistas o ignorantes a quienes nos cuestionan o podemos entender sus denuncias como la expresión de un cambio en la manera de pensar del gran público respecto a la labor de instituciones que, como es nuestro caso, existimos alrededor de la tenencia de animales.

Lamentablemente, es imposible negar que un número importante de sus acusaciones (que además utilizan como argumento) están fundamentadas en las malas prácticas de cientos de zoológicos y acuarios alrededor del mundo; se estima que cerca del 90% de las instituciones que se autodefinen como zoológicas no aseguran condiciones aceptables de seguridad, salud y confort a los animales que albergan. Sus malas actuaciones se traducen en titulares de prensa, videos virales y especiales de televisión que dejan una imagen muy negativa entre los espectadores quienes fácilmente la generalizan, como si fuera una característica inherente a los zoológicos y acuarios.

Las instituciones zoológicas modernas cuentan con más de 250 años de historia, tiempo en el que la sociedad ha cambiado dramáticamente sus formas de organización, sus ideales, sus valores, sus necesidades y sus prioridades. El mundo es muy diferente y los zoológicos y acuarios no pueden correr el riesgo de convertirse en instituciones anacrónicas, obsoletas e insensibles a los cambios sociales y culturales. Si no tomamos cartas en el asunto pronto, decidida y colectivamente, perderemos poco a poco, y muy merecidamente, el apoyo social; Es importante tener siempre presente que sin público que se interese y apoye nuestras actividades y causas estaremos condenados a la extinción.

Para asegurar nuestro porvenir, las instituciones zoológicas debemos redefinir nuestro lugar en la sociedad (para hacernos relevantes) y adoptar las mejores prácticas posibles en el funcionamiento cotidiano. Para lograrlo podemos y debemos apoyarnos en la comunidad zoológica: nuestros pares y las asociaciones a nivel nacional, regional y global.

No hay que perder de vista que en el imaginario de nuestros más radicales detractores se configura una ecuación en la que:

Institución Zoológica = Cautiverio = Malos Tratos

Pero todos los que hemos desarrollado nuestra vida profesional en este mundo fascinante sabemos que no es así, que zoológico no significa maltrato; que la ecuación verdadera es:

Malas Prácticas = Malos Tratos

Consecuentemente, lo que debemos erradicar son las malas prácticas. Esta debe convertirse en nuestra causa común.

Mi experiencia de treinta años al frente de la Fundación Zoológica de Cali me ha enseñado que las prácticas inadecuadas surgen por la falta de claridad en cuanto al rol social, la formación insuficiente o inadecuada de las personas que trabajan en la institución, las soluciones tecnológicas inapropiadas, inefectivas e incluso nocivas para animales, visitantes y colaboradores y/o las debilidades organizacionales, entre otras razones. Cambiar estos aspectos mencionados está al alcance de todos, porque cuando el único limitante es la disponibilidad de recursos institucionales la solución se encuentra en los recursos comunitarios.

Las comunidades de instituciones zoológicas (agremiaciones) a nivel nacional, regional o mundial, permiten la construcción de consensos sobre las mejores prácticas asociadas al logro de sus fines sociales, así como la definición de mecanismos y estrategias que ayuden a las instituciones que las integran a avanzar en su desarrollo y mejora continua. Uno de los mecanismos más reconocidos y probados en la comunidad zoológica internacional para alcanzar este propósito es el proceso de acreditación institucional. Las principales asociaciones del mundo vienen implementando exitosamente procesos de acreditación como ruta privilegiada para cualificar el trabajo al interior de las instituciones y potenciar su proyección a la sociedad como entidades relevantes.

Para el caso de América Latina, ALPZA en su próximo congreso, a realizarse en la ciudad de la Habana (Cuba), presentará a la comunidad su Programa de Acreditación (que tiene un marcado énfasis en asegurar el bienestar de los animales) y realizará capacitaciones para que las instituciones interesadas estén en condiciones de iniciar el proceso lo antes posible; esta es una muy buena noticia para la comunidad de zoológicos y acuarios de la región: contar con el apoyo y acompañamiento de ALPZA para sacar adelante su proceso de mejora continua.

Los movimientos por los derechos de los animales iniciaron en la década de los 70´s su lucha para frenar el sufrimiento de los animales en las prácticas humanas: empezaron con los laboratorios de experimentación animal (en investigación), el uso de pieles en el mundo de la moda, la producción industrial de alimentos, los espectáculos con animales y ahora dirigen su atención a las prácticas de las instituciones zoológicas. En este momento histórico la acreditación se convierte en un medio para que zoológicos y acuarios ganen respeto como instituciones profesionales y apoyo social para sus diferentes causas.

Aquellos que en el corto plazo no inicien seriamente procesos de mejora en sus prácticas, acompañados por la comunidad zoológica, se expondrán a un riguroso escrutinio que puede poner a la opinión pública en su contra y poner en riesgo su permanencia en el tiempo. Para todos nuestros aliados estratégicos e instituciones amigas, la acreditación se convertirá en un sello de garantía que facilitará el relacionamiento; en un futuro muy cercano (a la vuelta de la esquina) incluso llegará a ser una condición para el trabajo conjunto.

Invito a todas las personas de la comunidad de zoológicos y acuarios de América Latina a que iniciemos nuestro proceso de acreditación con ALPZA; a que redefinamos nuestro desarrollo sobre dos pilares fundamentales:

  1. Hacia el exterior: relacionado a las contribuciones que podamos hacer a la sociedad que nos acoge, para citar un ejemplo clásico: contribuyendo a la conservación (y a la solución de problemáticas ambientales) a través de distintas formas.

  2. Hacia el interior: Comprometidos con el aseguramiento del bienestar animal, con la implementación de prácticas sustentables ambiental y socialmente así como las mejores prácticas laborales posibles.

Estamos en una época en la que la ética y la coherencia serán determinantes de nuestra actividad. El porvenir está a la vuelta de la esquina, y de nosotros depende mantener nuestra vigencia.

Los desafíos del siglo XXI los superaremos mejor juntos.


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